Primera cita

Después de varios mensajes y llamadas llenas de entusiasmo, Andrea y Juangui acordaron su primera cita para un sábado por la tarde. Él propuso algo sencillo pero especial: una caminata por el parque y luego una cena en una pequeña pizzería que a ambos les gustaba.

El día llegó con un cielo claro y una brisa suave. Se encontraron en la entrada del parque, nerviosos pero sonriendo. Claudia llevaba un vestido azul que Martín recordaría por años, y él había traído una flor silvestre que recogió en el camino, “por si sonreías más de lo habitual”, dijo entre risas.
Caminaron durante horas, hablando de todo y de nada: libros, música, las veces que se habían sentido perdidos y las que se habían encontrado.

Lo que viene…

A Andrea y Juangui les espera un futuro lleno de momentos simples, pero inmensos. No será todo perfecto —porque la vida nunca lo es—, pero sabrán caminar juntos, incluso cuando el camino se ponga difícil.

Aprenderán que el amor verdadero no siempre es pasión desbordada, sino constancia: elegir al otro todos los días, incluso en los días grises. Se apoyarán en los sueños grandes, como un viaje que planearán durante años o un proyecto que parecía imposible. Y en los sueños pequeños, como quedarse en cama un domingo, sin hacer nada más que estar juntos.

Quizás tengan hijos. O quizás no. Pero seguro construirán algo juntos: un hogar lleno de cariño, de respeto y de historias que valdrá la pena contar.

Y cuando pase el tiempo —cuando las canas lleguen y las fotos se llenen de arrugas y recuerdos—, seguirán encontrándose como aquella primera vez: con una sonrisa, una taza de café, y la certeza de que lo mejor siempre estaba por venir.